Oficina de Auditoria del Gobierno de EE.UU. analiza programas encubiertos del Departamento de Estado y la USAID en Cuba

Por (Cubaminrex-Dirección de EE.UU.)

USAID

CUBA,14 de marzo de 2013.- El pasado 7 de febrero,la Oficina de Auditoria del Gobierno de EE.UU. (GAO) publicó un informe sobre la aplicación de los programas subversivos contra Cuba por parte de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Departamento de Estado. Dicho informe había sido solicitado en 2011 por el entonces senador John Kerry, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y actual Secretario de Estado.

El documento describe cómo la USAID y el Departamento de Estado han empleado los fondos destinados a promover el derrocamiento del gobierno cubano durante los años de 1996 al 2011. Resalta el monto total dedicado por esas agencias a “promover la democracia en Cuba”, el cual ascendió a 205 millones de dólares. De estos, el 87% fue gastado desde el 2004, o sea, los ocho años comprendidos entre el segundo gobierno de George W. Bush y el primero de Obama.

No están incluidos en esos 205 millones de dólares, los fondos que ha dedicado EE.UU. a financiar las transmisiones subversivas e ilegales hacia Cuba de las emisoras Radio Martí y TV Martí pertenecientes al gobierno estadounidense, ascendentes a unos 30 millones de dólares anuales. Tampoco se incluyen en dicha suma los fondos presupuestarios, presumiblemente cuantiosos, destinados secretamente a los programas y actividades de la comunidad de inteligencia de EE.UU. que derivan de la política anticubana de Washington, ni los fondos discrecionales que el poder ejecutivo pudiera utilizar, también en secreto, para esos mismos fines. La sumatoria de todos esos fondos daría la medida real de los esfuerzos que aún hace el gobierno de EE.UU. para apuntalar una política fracasada, a costa del bolsillo del contribuyente.  

Según el informe, desde 2008, es decir fundamentalmente bajo el mandato del presidente Barack Obama, la USAID y el Departamento de Estado han concentrado el otorgamiento de los fondos para los programas subversivos contra Cuba hacia organizaciones con presencia mundial o en América Latina, con el objetivo de evitar la corrupción que durante años los caracterizó, al permanecer en manos de las desprestigiadas organizaciones contrarrevolucionarias y haber ido a engrosar los bolsillos de los sectores más recalcitrantes de la ultraderechista de Miami.  Se trata, asimismo, de lograr que los fondos cumplan su cometido final, o sea, promover el “cambio de régimen” en Cuba.

El informe de la GAO evita, deliberadamente, identificar a las organizaciones y personas que aplican los proyectos en el terreno, lo cual confirma el carácter encubierto de los mismos y su ejecución al margen de la legislación cubana. Por el contrario, resalta las acciones del gobierno de EE.UU. para perfeccionar el diseño encubierto y el enmascaramiento de los mismos.

Otro rasgo distintivo de esos programas subversivos en estos últimos años ha sido el énfasis hacia los proyectos vinculados al uso de las tecnologías de las infocomunicaciones, la creación de blogs y la ampliación del uso de las redes sociales, vía Internet.

Señala también el documento, aludiendo a la inoperancia de los receptores tradicionales de dichos programas en Cuba, que estos se han expandido a fin de llegar a nuevos sectores de la sociedad cubana, como comunidades pobres en áreas rurales, organizaciones religiosas, pequeños negocios, periodistas “independientes”, blogueros, jóvenes, estudiantes, mujeres, líderes comunitarios y personas atraídas por las tecnologías de la información. Si a ello se añade el interés por trabajar para influir en sectores no mencionados en este informe, pero identificados en  otros documentos oficiales que han  salido a la luz, como los negros, los homosexuales, profesionales, intelectuales y artistas, se puede apreciar que en la aplicación de su política subversiva con el fracasado afán de derrocar la Revolución Cubana, el gobierno de EE.UU. no deja piedra por voltear.  

En relación con el papel subversivo de la SINA, el informe alega que ésta supuestamente ya no participa, por razones de “seguridad”, en la canalización de la “asistencia” del Departamento de Estado y la USAID a grupos en Cuba, pero sí continúa suministrándoles información y cursos de entrenamiento en coordinación  con ambas agencias y apoyando a lo que llaman eufemísticamente “la sociedad civil” en Cuba.

Aunque el objetivo del informe no pasa de evaluar desde el punto de vista “técnico” la efectividad en la ejecución y supervisión de los fondos destinados a los programas antedichos, sin analizar su contenido ni resultados reales, el documento de la GAO es sumamente revelador de la firme impronta del gobierno de Obama en esa política y del fuerte impulso que le ha dado a la misma, buscando perfeccionar su diseño, enmascararla mejor y hacer más difícil su detección y neutralización por las instituciones y el sistema legal cubanos.

Cabe preguntarse hasta cuándo el gobierno de los EE.UU. seguirá malgastando el dinero de sus contribuyentes, que bien pudiera emplear en dar respuesta a las expectativas de estos de  una relación constructiva y respetuosa entre ambos países

(Cubaminrex-Dirección de EE.UU.)